Lucas Ballesteros, titular de Ballesteros Soluciones Electromecánicas, creó su empresa de la nada y en la actualidad presta servicios para empresas petroleras en la Patagonia y mineras en Jujuy.
El Industrial del año, así lo distinguió la Cámara de Alvear durante el festejo por el 90 aniversario, aseguró que es preciso “fomentar la cultura del trabajo” porque “es lo que nos va a salvar”.
Ballesteros inició su camino 13 años atrás “movilizado por mi pasión” y en los comienzos no tenía ni una sola herramienta.
El capital inicial lo consiguió permutando un auto familiar por herramientas usadas y con el paso del tiempo fue aprendiendo a moverse dentro del mundo empresarial.
“A medida que fui avanzando, aprendí lo que es desarrollarte en un ambiente de leyes laborales, leyes impositivas, ahí aprendí lo que es, por ejemplo, ser responsable inscripto, ser sujeto de crédito para poder acceder a una inversión y apalancar tu emprendimiento, sé lo que es trabajar afuera, entonces estos 13 años que tengo invertidos que son suficientes para estar preparados”, afirmó.
Para Lucas, las oportunidades están por eso “tenemos que fomentar el trabajo y la cultura del trabajo, porque creo que es lo que nos va a salvar”, insistió.
La historia de un luchador nato
Entre 2005 y 2008 estaba estudiando ingeniería electromecánica cuando un conocido le pidió un favor, si podías revisarles una máquina que tenía algunos problemas. Y no solo detectó la falla sino que además la puso en funcionamiento nuevamente.
Ese hecho marcó un antes y un después en su vida, comenzó a soñar en su propio emprendimiento: brindar servicios y soluciones a empresas del rubro alimenticio.
Sus orígenes fueron literalmente, sin nada. No poseía ni una sola herramienta. Sin embargo con sus conocimientos y pericias se fue abriendo camino y cumpliendo con cada uno de los encargos enfocados principalmente al mantenimiento y reparación de maquinarias.
En el transcurso de esos años, José Carmelo y Marta Aracales, sus padres, hicieron un aporte vital para hacerse de un pequeño capital de trabajo, le entregaron un Renault 9 que tenía la familia y lo permutó por herramientas usadas.
Fue así como inició con el taller propio y amplió la capacidad de servicios. Valiéndose de la ingeniería y los conocimientos en electricidad, mecánica, automatización, entre otros, le sumó al mantenimiento y reparación de maquinaria, el desarrollo y construcción de equipamiento.
Construyó tamañadoras de frutas, cintas transportadoras, elevadores, llenadoras de botellas, empaquetadoras, entre otros tantos equipos vinculados a la agroindustria.
Después del parate por causa de la pandemia, retomó la actividad en el taller pero con más ímpetu y se afianzó de lleno en el rubro de la metalmecánica.
Lucas tiene 41 años y por estos días, brinda servicios a una firma con asiento en Buenos Aires que es proveedora de empresas petroleras en Neuquén y mineras dedicadas al litio en Jujuy.
Su misión es tan simple como compleja: detecta las necesidades, diseña el equipamiento y concluye el desarrollo tecnológico con la construcción de la maquinaria. Son proyectos que no demandas menos de seis meses de ardua tarea.
«Hay que volver a la cultura del trabajo», el mensaje de Lucas Ballesteros